Filtración de ROS en Estados Unidos. Imagen Freepik
Varios reportes de operaciones sospechosas (ROS) entregados por el oficial de cumplimiento de un banco de Estados Unidos tienen bajo la lupa al abogado del hombre más poderoso del mundo.
La prensa ya sabe casi todo sobre los negocios del abogado de Trump, Michael Cohen, un hombre que hoy vive en un cuarto de hotel donde tiene su residencia y su oficina, y que empezó su vida comercial como negociante de cupos de taxis en Nueva York.
¿Cómo saltó de trabajar en un puesto de taxi a manejar negocios del actual presidente de los Estados Unidos? y ¿por qué se interesa tanto la prensa en este hombre?
La primera pregunta no tiene respuesta todavía, pero la segunda sí es clara. El interés de la prensa en ese hombre fue natural desde que se supo que su rol iba más allá de lo jurídico y se centraba en arreglar problemas complejos, como por ejemplo el pago a la actriz porno que cobró por su silencio sobre un posible caso de infidelidad sobre el cual todavía no se conoce mucho.
Esta misma semana el presidente Trump dio a conocer unos informes financieros que incluían el pago relacionado con esa transacción.
Pero el tema de la actriz porno, aunque pueda esconder algún manejo irregular de las finanzas del antiguo candidato y hoy presidente no es lo único que tiene a los periodistas e investigadores interesados en Cohen.
Como abogado participó en negociaciones con Rusia y recientemente aparecieron filtraciones que lo vinculan con compañías que estaban interesadas en asuntos con el gobierno Trump.
La lista incluye a AT&T, Novartis y un fondo de inversión. Lo que saben la prensa y el público se debe a la filtración de varios ROS del banco First Republic Bank donde se abrió la cuenta de una compañía, casi de papel, usada por Cohen para pagar el silencio de la actriz.
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El oficial de cumplimiento del banco realizó tres ROS por varios motivos, los cuales incluyen dudas sobre el origen de los recursos, estructuración de operaciones en múltiples cuentas y giros inusuales.
Morgan Stanley Smith Barney, otra entidad financiera, reportó ROS por más de un millón de dólares bajo la sospecha de actividades relacionadas con corrupción y testaferrato.
Que se filtre un ROS en una investigación tan sensible es un gran perjuicio para el sistema antilavado de los Estados Unidos y para su unidad de inteligencia financiera (Fincen por su sigla en inglés).
Las consecuencias de dicho reporte ya se están viendo: el abogado general de Novartis tuvo que renunciar por la contratación de Cohen, la cual se calificó como legal, pero equivocada.
En Estados Unidos más de 10.000 funcionarios tienen acceso a la base de datos de ROS, por lo cual la filtración será muy difícil de investigar.
Sin embargo, más allá del ROS que se conoce y que ya se puede considerar como una “filtración bomba”, hay que analizar una noticia revelada por el Newyorker: habría dos ROS adicionales por más de tres millones de dólares perdidos o por lo menos inaccesibles en el sistema de la unidad de inteligencia financiera de Estados Unidos.
Al parecer, en estos ROS hay información de más compañías que decidieron contratar al mismo abogado que le arregla los problemas a Trump, justamente cuando gana las elecciones.
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En este punto es importante mencionar que los más escépticos creen que los ROS pueden haber sido borrados, mientras que otros consideran que pudieron haber sido clasificados y por esa razón hoy no se tiene acceso a ellos.
Así las cosas, en esta investigación que busca encontrar los vínculos financieros entre Trump y Rusia van apareciendo otras conductas que, tal vez, no tengan el contenido político suficiente para hacer tambalear la Casa Blanca, pero sí para comprometer poderosas compañías que por acercarse demasiado al poder saldrán afectadas.
Fuentes: esta nota fue elaborada con información de The Newyorker, CNN y the Washington Post.