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¿Qué 20 años no son nada? Parte 2

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Artículo por: Infolaft

Durante largo tiempo la falta de consistencia en las evaluaciones de los diversos grupos regionales fue un serio problema, no siempre del todo explicitado, al interior de la comunidad global.

Por: Sergio Espinosa Chiroque*

Terminamos la columna anterior diciendo que el importante, aunque insuficiente, desarrollo de los sistemas ALA/CFT en Latinoamérica no puede entenderse sin comprender la evolución del organismo regional estilo GAFI con jurisdicción en esta parte del mundo. 

Hablamos incluso un poco de cómo una entidad de nueve miembros sudamericanos se había convertido en un organismo verdaderamente regional con 17 miembros que cubren casi toda América Latina y que seguramente seguirá creciendo en los próximos meses o años.

Sin embargo, la sola expansión geográfica no explica el crecimiento de la organización, ni su peso actual para servir como punto de referencia en diversos aspectos, principalmente en su rol de acompañamiento a cada uno de los países –y a todos como conjunto– para mejorar sus respectivos sistemas de prevención, detección y represión del lavado de activos y el financiamiento del terrorismo.

Por el contrario, el crecimiento en el número de miembros se explica, en buena medida, por el desarrollo experimentado por GAFISUD/GAFILAT que lo convirtió en un faro de atracción para países de habla hispana que vieron en él, más allá de las similitudes culturales y de lenguaje, un socio confiable para llevar adelante las políticas necesarias para el avance de sus sistemas ALA/CFT.

En lo personal, mi primera experiencia en una reunión plenaria de GAFISUD fue en julio de 2007 en Quito, bajo la presidencia ecuatoriana del organismo.

La impresión fue de sorpresa, por ver una reunión con varios países ausentes –debido a suspensiones por falta de pago en las cuotas de membresía–, delegaciones en general pequeñas o hasta unipersonales, y serias dificultades presupuestales para llevar adelante la misión de la organización.

Sin embargo, al mismo tiempo resultaba evidente la importancia de afirmar al organismo y fortalecerlo como foro necesario para el desarrollo de políticas regionales y nacionales. 

Más de catorce años después, la percepción es muy distinta, y no solo la propia o de sus miembros, sino también la de países y organismos observadores y de la comunidad global en su conjunto.

Hoy el GAFILAT es visto como un referente y en buena medida un modelo en materia de construcción de un foro regional para la discusión de mejores prácticas, la elaboración de estudios y análisis, y la evaluación de los sistemas nacionales ALA/CFT de sus miembros.

Esto se evidencia –en la práctica– no solo a través del permanente ingreso de nuevos observadores, sino sobre todo en el creciente papel que desempeñan sus representantes en los diversos ámbitos de trabajo que ofrecen los organismos globales y, especialmente, el GAFI.

Ejemplos de esto son la reciente elección por el plenario del GAFI del Secretario Ejecutivo de GAFILAT, Esteban Fullin, como codirector del Grupo de Coordinación de la Red Global (GNCG en inglés); así como el ingreso de El Salvador, Italia y el Reino Unido como observadores del GAFILAT, aprobado por el pleno del organismo efectuado de manera híbrida en la Ciudad de México a finales de julio pasado.

A su vez, la misma realización de este pleno en modo semi presencial es una muestra palpable del compromiso de los miembros con la organización y el desarrollo del sistema en toda la región.

Era necesario discutir el informe de evaluación mutua de Chile de la forma más justa y amplia posible, y más de sesenta delegados estuvieron presentes, en adición a los que lo hicieron desde sus respectivos países, para sostener debates constructivos que condujeron a la aprobación final de dicho informe.

La pregunta es, entonces, ¿cómo se pasa de un GAFISUD que atravesaba una difícil encrucijada en 2007 (o antes), a un GAFILAT que en 2021 está adecuadamente posicionado en la comunidad global y con miembros satisfechos de su condición y comprometidos en seguir colaborando activamente con el crecimiento de la organización?

Hay, obviamente, muchos factores que intervienen y no es mi intención ni podría mencionar todos ellos en este espacio, pero trataré de describir aquellos que creo tuvieron mayor impacto en lograr los resultados que hoy apreciamos.

Por lo demás, estos factores se relacionan intrincadamente, de modo que se alimentan mutuamente y su respectiva influencia se explica fundamentalmente en la relación entre unos y otros.

En primer lugar, es menester resaltar el rol de los miembros de la organización. Decíamos que en aquel 2007 varios países estaban suspendidos de participar en las reuniones de GAFISUD debido al incumplimiento en el pago de cuotas.

Asimismo, existía un tímido compromiso evidenciado en la poca profundidad de las delegaciones, así como en el escaso entusiasmo para asumir la coordinación de grupos de trabajo o la participación en proyectos desarrollados al interior de los mismos.

Obviamente el paso de una foto a otra no se dio de manera inmediata. Se trató de un proceso que fue prolongado, complejo y nada fácil, y que además no ha concluido, sino que por el contrario se encuentra en permanente ejecución.

Este cambio supuso que los países que adeudaban cuotas hicieran el esfuerzo o aprobaran las medidas necesarias para que aquellas se pudieran regularizar y que, paulatinamente, la participación de las delegaciones nacionales en el organismo se hiciera mucho más activa y homogénea, no solo en las reuniones de GAFILAT en sí, sino también designando expertos para los procesos de evaluación mutua de los diversos países miembros.

La reciente aprobación del informe de evaluación de la República de Chile, demorada por la aparición de la pandemia del COVID- 19, es un ejemplo del compromiso sostenido de los países que designaron evaluadores y los mantuvieron a lo largo de muchos más meses que lo usual.

Paso a paso entonces, los grupos de trabajo, los proyectos y las evaluaciones mutuas empezaron a contar con mayor y más activa participación de las distintas delegaciones.

Es imprescindible destacar acá, que incluso los países con menores recursos presupuestarios disponibles honraron su compromiso y suministraron expertos, por lo menos para una evaluación mutua.

A esto se sumó la voluntad política de los estados representados en la organización para sostener los aumentos en las cuotas que a su vez permitieron el crecimiento y mayor profesionalización de la Secretaría Ejecutiva.

Otra de las formas en que esa mayor participación se dio, fue a través del crecimiento constante en el número de integrantes de la delegación del GAFILAT a las reuniones de GAFI.

A la presencia de los tres países con membresía conjunta (Argentina, Brasil y México) se sumaron diversos países que reconocieron la utilidad de participar en las discusiones de GAFI y actuaron en ese sentido, sumándose a la delegación del organismo regional –que, como sabemos, acude al GAFI en su calidad de miembro asociado– e incluso, coordinando el estratégico grupo regional de las Américas para el seguimiento de jurisdicciones al interior del Grupo de Trabajo para la Revisión de la Cooperación Internacional (ICRG en inglés).

Es precisamente al hablar del ICRG que entra a escena otro de los factores con influencia decisiva en el crecimiento de un organismo regional como el GAFILAT.

Desde hace ya varios años el GAFI se planteó muy en serio la necesidad de acentuar el proceso de revisión de la calidad y consistencia de las evaluaciones mutuas y, en general, del trabajo de los organismos regionales nacidos a su imagen y semejanza (FSRBs en inglés).

Durante largo tiempo la falta de consistencia en las evaluaciones de los diversos grupos regionales fue un serio problema, no siempre del todo explicitado, al interior de la comunidad global.

La preocupación por evaluaciones que no reflejaban el estado real del sistema ALA/CFT de determinados países no era nueva, pero comenzó a cobrar mayor importancia conforme la red global se consolidaba.

Desde la tercera ronda de evaluaciones mutuas el ICRG cobró fama en la comunidad global cuando las jurisdicciones con malos resultados en esas evaluaciones tuvieron que adoptar estrictos planes de acción que, tras duros procesos de seguimiento, resultaron en la aprobación de piezas de legislación modernas y necesarias para los países, y en su consiguiente salida de las listas del ICRG.

En esa oportunidad, varios de los países hispanohablantes que no eran miembros del entonces GAFISUD no solo fueron testigos, sino sobre todo beneficiarios directos del excelente trabajo de acompañamiento, asesoría y defensa llevado adelante por la Secretaría Ejecutiva y miembros de otras delegaciones.

A su vez, la presión del GAFI, que se ha mantenido durante toda la cuarta ronda, ha contribuido también a la toma de conciencia por parte de los países de la necesidad de mejorar sus sistemas de prevención, detección y represión ALACFT y ser parte activa y eficiente en la red mundial que lucha contra estos delitos.

Por último, para cerrar el círculo virtuoso de factores mutuamente influenciados entre sí, está el rol cada vez más profesional, proactivo y eficaz de la Secretaría Ejecutiva del GAFILAT que, más allá de los procesos de evaluación mutua o de los procedimientos específicos como el del ICRG, ha servido a los países de la región como fuente de conocimiento y de apoyo que permite entender dónde estamos hoy y porqué. 

*Director de la UIF de Perú.

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