El Grupo de Acción Financiera de Latinoamérica (Gafilat) publicó la traducción de una guía del Gafi que, además, expone varias señales de alerta.
La publicación de la guía, de acuerdo con el Gafi, tiene como objetivo impulsar “la implementación del enfoque basado en riesgo [en el sector seguros], tomando en cuenta las evaluaciones nacionales del riesgo LA/FT y los marcos regulatorios y legales ALA/CFT”.
Por ese motivo el documento traducido, que fue publicado a principios de julio por el Gafilat, “provee una guía específica para las aseguradoras de vida e intermediarios, y para sus supervisores”.
Listado de riesgos por cada factor de riesgo
Al interior de la guía se lee que el anonimato de los clientes, la posibilidad de negociar los seguros en mercados secundarios y la facilidad de acceso a los fondos acumulados por medio de retiros parciales “tienden a aumentar el perfil de riesgo de un producto”.
Para hacer frente a dichos riesgos, el Gafi sugiere tener en cuenta las siguientes características dentro del diseño de los productos:
- Definir pagos solamente para eventos predefinidos (por ejemplo, fechas establecidas o fallecimientos).
- Omitir la inclusión de elementos de inversión.
- Evitar las facilidades de pagos a terceros.
- Restringir los pagos en efectivo.
- Garantizar que el producto no pueda canjearse a corto mediano plazo. Por ejemplo, en los planes de pensiones sin opción de entrega anticipada.
Respecto a los canales de distribución, el Gafi recuerda que se pueden entender como los métodos que utilizan los clientes para abrir una nueva póliza o cuenta.
Además, asegura que “el riesgo de no identificar correctamente a un cliente puede ser mayor para los canales de distribución que usan un intermediario o que no requieren contacto cara a cara”.
En ese sentido, la guía advierte que los distribuidores no sujetos al cumplimiento de controles ALA/CFT y el pago de cuotas de seguros a través de intermediarios pueden exponer a las aseguradoras al riesgo de lavado de activos.
También representan un riesgo las ventas no presenciales, la existencia de largas cadenas de intermediarios y la eventual participación de dichos intermediarios en la gestión de reclamaciones.
Finalmente, en lo que hace referencia a clientes, el documento señala que las siguientes situaciones se pueden considerar como ‘banderas rojas’:
- Clientes que son personas jurídicas cuya estructura dificulta identificar al beneficiario final.
- Titulares de pólizas o beneficiarios de contratos que son sociedades con accionistas nominados y/o acciones en forma de portador.
- Clientes con bajos ingresos medios, pero con pólizas que tienen altos depósitos corrientes.
- Clientes con ocupaciones catalogadas como de mayor riesgo de lavado de activos o financiación del terrorismo (debido a tipologías de delitos locales, alto acceso a negocios basados en efectivo o exposición internacional).
- Clientes que son reacios a proporcionar información de identificación al comprar un producto, o que proporcionan información mínima o aparentemente ficticia.
- Clientes que, luego de un corto periodo, transfieren el contrato a otra aseguradora.
- Clientes que incurren en altos costos para lograr la terminación anticipada de un producto.
- Clientes que de manera inusual o excesiva solicitan cambiar o aumentar la suma asegurada y/o los pagos de las primas.
