El director de la Uiaf, Juan Francisco Espinosa, expuso una profunda reflexión acerca de cómo la corrupción ataca a los colombianos incluso desde antes de nacer.
Durante el acto protocolario de instalación del la sexta versión del Día Nacional de la Prevención del Lavado de Activos, que se llevó a cabo en el Centro Empresarial Chapinero de la Cámara de Comercio de Bogotá el pasado jueves bajo el liderazgo de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (Unodc), representantes de varias autoridades coincidieron en que ha llegado el momento de hacer un llamado generalizado para ‘desnarcotizar’ el lavado de activos.
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Sin embargo, hubo un mensaje que se diferenció de los demás en tanto propuso una inusual reflexión acerca de la corrupción y cómo ésta genera una ampliación en la brecha de desigualdad desde la concepción. Así fue como el director de la Unidad de Información y Análisis Financiero (Uiaf), Juan Francisco Espinosa, se refirió a esa conducta no sólo como el delito fuente de lavado, sino como ese “ambiente malsano que respiran nuestras diferentes generaciones, que nos contamina día a día y que nos impide avanzar”.
“La corrupción afecta incluso desde la concepción”, continuó el funcionario, para pasar a explicar que ya se ha detectado la inducción de partos para anticipar el nacimiento de bebés y, de esta manera, tratar de acceder a los beneficios estatales de manutención antes de tiempo. “Y si estos niños se mantienen con vida, los recursos de alimentación, aseo y vestido a cargo del Estado se desvían a terceros privados en un promedio de 50%. El 50% de los niños no tendrán esa ayuda”, sentenció Espinosa.
Ante un auditorio de más de 260 personas, el director de la Uiaf prosiguió su explicación diciendo que los niños que logren sobrevivir y entrar a la primera infancia podrían acceder a programas de subsidio de alimentación y estudio, pero señaló que la corrupción extravía los recursos en beneficio de unos pocos de tal suerte que esta población vulnerable recibe una menor calidad alimentaria (“los niños comen menos para que unos se hagan más ricos”) y unas deficientes condiciones de salubridad (“los niños comen comida en descomposición o en platos compartidos para aumentar la utilidad de unos pocos”).
Según Espinosa, esta situación ancla el desarrollo porque los niños que no han crecido con componentes de educación y nutrición adecuados no tienen un desempeño similar a los que sí los han recibido, lo que incrementa la desigualdad social y, todo, “para que algunos se hagan más ricos.”
Y concluyó Espinosa: “¿Frente a estas circunstancias, qué clase de oportunidades estamos dando a las generaciones futuras, si desde antes de su llegada al mundo son víctimas de la corrupción? Los delincuentes de cuello blanco son la peor clase de delincuentes que hay y para Uiaf tienen exactamente la misma categoría que un narcotraficante; ambos destruyen el tejido social y ambos han construido su fortuna a partir de la desgracia de los demás”.
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