Luego de haber sido elegido con el 53% de los votos, el hoy presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador (Amlo), pronunció un discurso de victoria en el que señaló, como también lo hizo a lo largo de la campaña electoral, que la corrupción es la raíz de todos los problemas del país y que él es el antídoto para ese mal. En sus propias palabras, "si el presidente es honesto, el resto de la administración será honesta" para referirse a que la corrupción se erradica “a medida que se barren las escaleras, de arriba hacia abajo".
En cuanto a sus estrategias específicas de lucha anticorrupción Amlo enfatizó que los contratos del sector energético suscritos con particulares serán revisados para prevenir actos de ilegalidad y que, en caso de encontrar anomalías que afecten el interés nacional, se acudirá a las autoridades legítimas para restablecer el equilibrio contractual.
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Parte de su discurso fue dedicado a explicar cómo la estrategia anticorrupción del nuevo gobierno no será una política aislada sino parte del ambicioso programa social estatal. Para ello, el candidato elegido explicó que “la corrupción no es un fenómeno cultural sino el resultado de un régimen político en decadencia” y que está “absolutamente seguro de que este mal es la causa principal de la desigualdad social y económica y de la violencia que padecemos. En consecuencia, erradicar la corrupción y la impunidad será la misión principal del nuevo gobierno”.
Por último, Almo informó que “todo lo ahorrado por el combate a la corrupción y por abolir los privilegios se destinará a impulsar el desarrollo del país”.
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